Hubo una señora que tenía dos hijas idénticas, ambas se llevaban muy bien pero eran muy competitivas la una con la otra. La madre, una mujer viuda y ocupada, las llevaba siempre al colegio, todos los días, uno tras otro. Un día la madre tenía que hacer unos recados no pudo acompañar a las niñas al colegio. Les dijo que se cogieran de la mano y miraran a ambos lados de la carretera. Hicieron caso a su madre pero cuando estaban a la mitad de la carretera la mayor soltó la mano de su hermana diciéndole: Ya eres mayor para cruzar la carretera sola. En ese instante un camión arremetió contra las niñas. La madre se enteró de lo sucedido pocos minutos después. A las niñas solo les quedaba una semana para cumplir 8 años. Una años después la madre se casó y se volvió a quedar embarazada.
Cuando a las niñas les faltaban una semana para cumplir 8 años eran el vivo retrato de las anteriores hijas que había tenido la madre. La madre acompañaba a las niñas todos los días al colegio y el aniversario de la muerte de sus anteriores hijas no hizo una excepción. Solo que cuando iban a cruzar la carretera ese mismo día las niñas dijeron que no querían cruzar la carretera, que no querían morir de nuevo. La madre se tomó aquello como una broma porque les había dicho que habían tenido unas hermanas y que murieron aquel día. Pero cuando las cogió de la mano dijeron: Esta vez no nos soltaremos. La madre se quedó de piedra porque nunca había dicho que las anteriores gemelas se habían dado la mano.
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