Un día el alcalde les mandó ir a limpiar una vieja casa centenaria. De la asociación solo fueron tres: Marina, Ana Rosa y Lucía. Ellas eran las únicas que no creían en las viejas historias de fantasmas que circulaban por aquella casa.
Marina y Ana Rosa entraron y se negaron en rotundo a subir a la planta de arriba. Lucía subió y se pusieron a limpiar. Mientras limpiaba el cuarto de baño, Lucía, encontró un viejo espejo tirado en el suelo y lo colgó donde antes debió estar. Comenzó a quitarle el polvo y las telarañas al marco, pero cuando rozó el cristal se rompió, los cristales permanecieron en sus sitio pero estaba rajado en mil pedazos. Se fijó un dos trozos de cristal que cayeron y se los guardó en el bolsillo.
A las 10 de la noche se fueron de aquella casa dispuestas a volver a la mañana siguiente. Cuando Lucía llegó a su casa metió la mano en el bolso para sacar las llaves, pero se cortó con uno de los cristales que tenía en el bolsillo. Sacó la mano con el cristal en ella y lo miró muy fijamente, solo vio su reflejo. Subió a la habitación y volvió a mirar el espejo, pero esta vez no vio su reflejo, vio a su amiga Ana Rosa muerta.
A la mañana siguiente Marina llamó a Lucía para decirle que Ana Rosa había muerto, que se había ahorcado y luego, al sobrevivir, cortado el cuello. Lucía se quedó de piedra y vio que el cristal de anoche estaba lleno de sangre, ella pensó que tal vez era su sangre de cuando se cortó con el cristal, pero el corte en su mano ya no estaba.
Se quedó todo el día en casa. Por la noche, cuando bajó a comer algo sintió unos ruidos en su habitación y subió rápidamente. En ella no había nadie pero vio que el cristal había desaparecido. Miró el resto de la habitación para ver si le habían robado algo más y cuando fue a mirar su cartera en el bolso de su abrigo se cortó con el otro cristal. Lo miró y en el vio a Marina con la mano en el corazón y tumbada en el suelo.
A la mañana siguiente se despertó con el cristal en la mano y Marina estaba en su habitación, estaba muerta con la mano en el corazón. Lucía apartó la mano y vio que tenía una profunda penetración en el corazón. Comprendió que ella fue quién mató a sus amigas. De repente, su mano se movió sola y lentamente fue moviéndose hacia el cuello. En la mano tenía el cristal y justo antes de cortase el cuello con él vio en el cristal la cara de una mujer pálida con labios y pelo negro riéndose.
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