El 22 de agosto de 1936 una pareja disfrutaba de su segundo
aniversario de boda. La ciudad de Belchite vivía grandes problemas debido a la
guerra civil española. Su único bebé, una niña que había nacido una semana
antes se encontraba con su abuela en una casa del pueblo mientras la pareja
intentaba mantener unos momentos de romanticismo.
Cuando volvieron a
su casa, donde estaban la abuela y el bebé, la abuela abrió la puerta justo
cuando la pareja se disponía a abrir la puerta. La cara de horror de la anciana
solo les provoco un sobresalto tanto a Marta como a Julián. Las únicas palabras
que dijo la mujer anciana fueron: ‘’La niña, la orfana está con la niña’’. Acto
seguido la anciana cayó a los pies de Julián, dejando su último aliento.
Julián se agachó a
socorrer el cuerpo, ya inerte, de su madre. Marta, preocupada, fue a la
habitación de la niña y la visión de aquel espanto la llevó a soltar un grito
desgarrador. Julián fue rápido a la habitación de su hija donde lo único que
vio fue a ‘’una persona’’ llevándose a su hija por la ventana. Y justo antes de
salir por la ventana miró hacia atrás. Dejando ver aquel rostro pútrido y
desgarrado.
Julián y Marta
alertaron a los vecinos entre lloros y lamentos. Cuando contaron la historia
solo un puñado de conocidos la creyeron, el resto dudaba entre si la pareja
había asesinado a la anciana y a su bebé o si algún soldado disfrazado había
secuestrado al bebé con motivos secretos.
Un vecino, policía,
interrogo a la pareja y concluyó que ambos decían la verdad. Este vecino, de
nombre Timoteo trabajó muchos años haciendo retratos robots, una ciencia apenas
conocida en aquella época. Y, a partir de lo que dijeron aquellos testigos,
creó el rostros de aquel ser, que cada vez parecía más humano.
Lamentablemente
todo aquello quedó en el olvido. Durante la batalla de Belchite de aquel año
murieron más de 3000 personas, entre ellas Julián, Marta y Timoteo. Solo unos
pocos se salvaron y decidieron guardarse la historia para sus adentros.
Muchos años pasaron
hasta que, sin previo aviso, la historia volviera a salir a la luz. Cuando a la
vecina de un amigo mío le ocurrió algo similar. El bebé de la vecina de mi
amigo apenas tenía una semana cuando despareció dejando solo de rastro solo la
misma visión que habían tenido Marta y Julián años atrás.
Cuando mi amigo me
contó esta historia no pude reprimir contársela a mis amigos y entones la
cuñada de uno de mis amigos me contó que era la sobrina de un ex habitante de
Belchite. Este le había contado a su sobrina la historia cuando era más pequeña
y ella se la contó a mi amigo, que más tarde me la dijo a mí. También me enseñó
algo que creí en el olvido. Años más tarde, cuando ya casi habíamos olvidado la
historia aquella chica me dio algo que no esperaba, el dibujo que Timoteo había
realizado de aquel ser. Lo escaneé y se lo devolví a su dueña.
No pude resistir la
tentación de preguntar cómo había conseguido el dibujo. Entre insistencias y de
mala gana conseguí que me dijera que su tío fue uno de los soldados que
participó en el genocidio de Belchite y que se llevó ese dibujo de trofeo. Asi
que eso de que era un ex habitante de Belchite era falso. Pero , aun así, la
historia salió de aquel lugar…
Me puse a
investigar, y me di cuenta de que estos secuestros no eran algo contemporáneo
ni nada común. Encontré semejanzas con algunas historias de la Torá. En la que
se dice que la primera mujer de Adán, Lilith, reclamaba los bebés de los
hombres en derecho propio arrebatándolos de la cuna si era necesario.
Durante la edad
media también había leyendas de raptos de seres del bosque que entraban en los
pueblos raptando bebés y, en ocasiones, dejando a una figura de arcilla como
señuelo.
Pero yo, cuanto más
investigaba, menos creía aquellas historias, después de todo solo son leyendas
de siglos de antigüedad y no le pasó a nadie cercano a mí. Solo era una leyenda
urbana como la de los caimanes de las alcantarillas… o al menos eso creía hasta
que años después vi como mi propia hija era secuestrada por aquel horrendo ser
que, segundos antes de desaparecer en la noche dijo: Orfana… Su voz no parecía
humana, sonaba como un grito de dolor pero dicho como un susurro..
Lo siento, me
fallan las fuerzas al relataros este hecho. Nunca más volví a ver a mi hija. Mi
mujer me abandonó semanas después embargada por un dolor igual al mío…
Nunca se me quitó
aquella imagen de la cabeza. Mi niña arrebatada de su cuna por aquella criatura
de horrible voz… Y su única palabra: Orfana. Por más que investigué no di con
nada hasta que llegué a la biblioteca de Zaragoza. (Zaragoza se encontraba
cerca de donde yo vivía, y a unos escasos kilómetros de Belchite). En un libro
relativo a la mitología castellana encontré un solo párrafo que mencionaba a la
orfana:
‘’Y aquella mujer
que pierda a su bebé, reclamará otros hijos como suyo. Si muere poco después de
perder a su hijo se levantará de la tumba. Si se levanta de la tumba vagará por
la tierra eternamente descomponiéndose poco a poco. Si reclama hijos como suyos
ella los amamantará como buena madre pero ellos morirán pues ya no hay leche en
los pechos de la Orfana. Reclamará y reclamará hijos hasta que toda la carne se
desgarre de su cuerpo. Hasta que los huesos se caigan. Hasta que ya no quede
cuerpo. Entonces, solo entonces, se detendrá la Orfana’’.
Esto es todo lo que
averigüe de la Orfana. Quería dejarlo como últimas palabras antes de que,
bueno, ya me econtraréis. El olor a cadáver dicen que es muy fuerte y que los
vecinos llamaran a la policía. Entonces me encontraréis muerto con mi cuello
atado a una soga.
Pude conseguir el retrato robot de la Orfana hecho por Timoteo tras mucho buscar por la red. Aunque no parecer ser el original, puede que se trate de una copia fiable.
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